Fue una infancia difícil la de Alcides Manuel Vides. A los 10 años, tras la muerte de su padre, llegó a Cartagena en donde tuvo que rebuscarse la vida vendiendo refrescos, fritos o bolsas en las calles. Cansado de ello decidió regresar a su pueblo natal junto a su madre. En Ayapel, Córdoba, encontró un oficio que le permitió reencontrarse con el gozo de vivir: la pesca de bocachico en la ciénaga grande.
En medio de las estilizadas garzas reales, Vides pasó años tranquilos hasta que la pesca decayó y se hizo insuficiente. Para entonces, se había casado y había adquirido un nuevo hobby: elaborar artesanías con cepa de plátano. A los 34 años, aprendió a hacer bolsos, canastas y bandejas con la fibra. Su esposa fue su primera maestra.
Luego, una profesora le enseñó a trabajar con el fique y Vides se hizo un virtuoso en la elaboración de tapetes y mochilas. De ahí pasó al tejido con palma de seje. Se le ocurrió entonces hacer dos piezas provenientes de su pasado como pescador: una barca y un bocachico. Las dos artesanías se convirtieron en éxitos inmediatos. A partir de ese momento la vida de Alcides Vides cambió. Ahora, a sus 44 años, dirige el Taller Artesol en el corregimiento de El Cedro, en Ayapel.
Hoy, Alcides tiene una familia que completa ocho hijos, tres de los cuales aún son menores de edad. Todos conocen el oficio artesanal y para él: “ser un padre artesano es ser un ejemplo y un motivo para que sus hijos se sientan orgullosos. Pues así no agarran el mal camino y en lugar de eso, ven lo incansable que es un artesano y lo importante que es el trabajo con las manos”.
El proceso de elaboración de artesanías en palma de seje inicia con el corte de la flor. Luego, la flor se pone a secar bajo el sol durante varios días. Una vez está seca se pone a hervir en agua para lograr maleabilidad y así poder trabajarla con las manos. De allí surgen jarrones, portacubiertos, centros de mesa, canastas, colgaderos para las flores, materos y lámparas de pequeño y gran formato.
Los diseños se hacen según el gusto y el pedido de los clientes, pero también salen de la imaginación de los tejedores de Artesol. Una creatividad que está bajo el poderoso influjo de la ciénaga grande de Ayapel, sus peces, aves y barcas. Una extensa cuenca en la que confluyen el río San Jorge, Los Pantanos de los Pájaros y varios caños como La Ceiba, Caño Barro y Las Escobillas.
En el corregimiento de El Cedro, a veinte minutos de Ayapel, viven alrededor de 3.000 personas. Después del declive de la pesca en la ciénaga, las artesanías con palma de seje se convirtieron en el sustento de por lo menos la cuarta parte de la población.
El Taller Artesol, junto a otros emprendimientos artesanales, ha constituido un motor económico de la región, desde donde se promueve el oficio y se garantiza el ingreso y bienestar de 700 familias. La palma de seje provee oficios varios para aquellos que se adentran en el monte a cortarla, o para los soldadores que elaboran los esqueletos de los canastos y lámparas, así como para los tejedores, que como Alcides Vides volvieron a nacer gracias a la palma.
Si tiene interés en comprar artesanías elaboradas por estas manos artesanas, le invitamos a conocer al Taller Artesol y además, a encontrar sus artesanías en nuestra tienda en línea.
Celebremos el mes de los padres con historias que nos inspiran, nos recuerdan el origen y nos animan a conservar nuestra tradición. ¡Que vivan las artesanías!
Fue una infancia difícil la de Alcides Manuel Vides. A los 10 años, tras la muerte de su padre, llegó a Cartagena en donde tuvo que rebuscarse la vida vendiendo refrescos, fritos o bolsas en las calles. Cansado de ello decidió regresar a su pueblo natal junto a su madre. En Ayapel, Córdoba, encontró un oficio que le permitió reencontrarse con el gozo de vivir: la pesca de bocachico en la ciénaga grande.
En medio de las estilizadas garzas reales, Vides pasó años tranquilos hasta que la pesca decayó y se hizo insuficiente. Para entonces, se había casado y había adquirido un nuevo hobby: elaborar artesanías con cepa de plátano. A los 34 años, aprendió a hacer bolsos, canastas y bandejas con la fibra. Su esposa fue su primera maestra.
Luego, una profesora le enseñó a trabajar con el fique y Vides se hizo un virtuoso en la elaboración de tapetes y mochilas. De ahí pasó al tejido con palma de seje. Se le ocurrió entonces hacer dos piezas provenientes de su pasado como pescador: una barca y un bocachico. Las dos artesanías se convirtieron en éxitos inmediatos. A partir de ese momento la vida de Alcides Vides cambió. Ahora, a sus 44 años, dirige el Taller Artesol en el corregimiento de El Cedro, en Ayapel.
Hoy, Alcides tiene una familia que completa ocho hijos, tres de los cuales aún son menores de edad. Todos conocen el oficio artesanal y para él: “ser un padre artesano es ser un ejemplo y un motivo para que sus hijos se sientan orgullosos. Pues así no agarran el mal camino y en lugar de eso, ven lo incansable que es un artesano y lo importante que es el trabajo con las manos”.
El proceso de elaboración de artesanías en palma de seje inicia con el corte de la flor. Luego, la flor se pone a secar bajo el sol durante varios días. Una vez está seca se pone a hervir en agua para lograr maleabilidad y así poder trabajarla con las manos. De allí surgen jarrones, portacubiertos, centros de mesa, canastas, colgaderos para las flores, materos y lámparas de pequeño y gran formato.
Los diseños se hacen según el gusto y el pedido de los clientes, pero también salen de la imaginación de los tejedores de Artesol. Una creatividad que está bajo el poderoso influjo de la ciénaga grande de Ayapel, sus peces, aves y barcas. Una extensa cuenca en la que confluyen el río San Jorge, Los Pantanos de los Pájaros y varios caños como La Ceiba, Caño Barro y Las Escobillas.
En el corregimiento de El Cedro, a veinte minutos de Ayapel, viven alrededor de 3.000 personas. Después del declive de la pesca en la ciénaga, las artesanías con palma de seje se convirtieron en el sustento de por lo menos la cuarta parte de la población.
El Taller Artesol, junto a otros emprendimientos artesanales, ha constituido un motor económico de la región, desde donde se promueve el oficio y se garantiza el ingreso y bienestar de 700 familias. La palma de seje provee oficios varios para aquellos que se adentran en el monte a cortarla, o para los soldadores que elaboran los esqueletos de los canastos y lámparas, así como para los tejedores, que como Alcides Vides volvieron a nacer gracias a la palma.
Si tiene interés en comprar artesanías elaboradas por estas manos artesanas, le invitamos a conocer al Taller Artesol y además, a encontrar sus artesanías en nuestra tienda en línea.
Celebremos el mes de los padres con historias que nos inspiran, nos recuerdan el origen y nos animan a conservar nuestra tradición. ¡Que vivan las artesanías!