Colombia Artesanal: Carmen de Viboral, pinceladas de tradición
Por Sistema de Información para la Artesanía - Siart
Con cada pincelada, llena de formas armoniosas y color que son plasmadas en un bizcocho (pieza en barro adecuada para ser pintada), El Carmen de Viboral ha llevado consigo la tradición de la cerámica desde hace más de 100 años y se ha convertido en una de las fuentes de desarrollo social, cultural y económico para sus habitantes.
Su producción cerámica ha sido reconocida no solo por el valor cultural que tiene cada objeto, puesto que es un producto en el que el artesano refleja por medio de sus creaciones el contexto en el que vive y lo que siente, sino también porque entre los años 30 y 50 los carmelitanos suplieron de lozas utilitarias a todo el país, convirtiéndose en uno de los pocos municipios que se dedicaban a la producción de las mismas.
El Carmen de Viboral
Este municipio está conformado por 55 veredas, ubicado al oriente Antioqueño. Pertenece a la subregión del Valle de San Nicolás y a la serranía de Vallejuelo. Su área total es de 448 km2. Al sur delimita con Sosón, al norte con Rionegro y Marinilla, al oriente con Santuario y Cocorná y al occidente con La Ceja, Abejorral y La Unión. El municipio del color y la magia plasmada en cerámica tiene, según cifras del DANE, más de 46 mil habitantes.
La economía de El Carmen de Viboral está representada principalmente por la agricultura con una variedad de productos como: fríjol, café, maíz, papa, hortalizas, yuca, plátano, cacao, guanábana, fresa, guayaba, tomate de árbol, papaya, naranja y flores, entre otros. Y por ser este, un municipio que cuenta con diferentes rutas de acceso, se ha convertido en un espacio turístico y cultural del departamento en el que los talleres artesanales y su cerámica son reconocidos y visitados.
Una tradición que crece, renace y se mantiene
El inicio de la producción cerámica en el Carmen de Viboral se remonta hacia 1898, año en el que llegó el empresario Eliseo Pareja al municipio, quien fundó un año después de su llegada la “Locería del Carmen”, la cual dio paso a la creación de diferentes locerías dedicadas a este oficio y se convirtieron en una de las formas de subsistencia para las familias del municipio.
La existencia de recursos hídricos para generar energía, logró la expansión y creación de múltiples fábricas productoras de cerámica como El Progreso, El Dorado, La Locería Júpiter, entre otras, y el sector llegó a ser tan amplío que la empresa más grande estuvo conformada por 300 empleados.
La arcilla, debido a su abundancia facilitaba el trabajo de la cerámica y los diferentes tipos de esta materia prima provenían de La Unión, Llanogrande y Rionegro y eran transportadas a la región a lomo de mula.
El pronto desarrollo de este oficio llevó a que Ramón Antonio y Manuel Betancur fundaran la “Escuela Nacional de Cerámica Jorge Eliecer Gaitán” en el año de 1945, la cual dio paso más adelante al Instituto Técnico Distrital que cuenta con talleres de formación y espacios adecuados para la enseñanza y conservación de la producción de la cerámica.
En cuanto a la evolución y transformación de este oficio, cabe destacar que inicialmente la loza producida era de color blanco, pero con el paso de los años se comenzaron a incorporar fondos o líneas tenues de color en los bordes. 1970 es el año en el que se desarrolla la decoración para las piezas de El Carmen y fue motivada por Rafael Ángel Betancur Betancur, con el fin de imprimir en cada pieza un sello único que las diferenciara de las demás.
De esta forma, las decoradoras y decoradores (estos en menor proporción) comienzan a pintar sobre su gran lienzo: la pieza blanca de cerámica. En él todas las visiones y percepciones de su entorno son plasmadas por medio del pincel, la habilidad manual y mucho color, dando a conocer su forma de ver la naturaleza y la diversidad del municipio. Es la decoración la que le da identidad a estas piezas artesanales que comienzan a ser distinguidas como la cerámica de El Carmen de Viboral.
Los aspectos emocionales, afectivos y el entorno sociocultural y cotidiano en el que está inmerso cada artesano que produce y decora los objetos fabricados con arcilla, están ligados al origen de las mismas y es tal vez esta, una de las razones por las cuales este oficio ha sido arraigado a la forma de vida de los Carmelitanos y se ha convertido en patrimonio del municipio.
Por otra parte, si bien la producción cerámica fue la fuente económica más fuerte del municipio durante muchos años, en la década de los 80 con la apertura económica del país, la falta de procesos técnicos para la elaboración de la misma en el sector y el posterior conflicto armado que ha vivido el departamento antioqueño, se hizo inminente el cierre de la mayoría de las locerías y empresas dedicadas a este oficio.
Pero las pocas que quedaron han resurgido y se han mantenido para conservar una tradición que refleja el amor por el barro. Las grandes empresas se convirtieron en pequeños talleres a cargo de valerosos artesanos que creen en su talento y ven en la cerámica una forma de vida que le da identidad y sentido al municipio.
A la decoración realizada para llenar de vida el blanco de los objetos de cerámica que se construyen con las manos, se le conoce como “pintas” que poco a poco con el color y la forma de las flores como hortensias, pensamientos, rosas y demás elementos que conforman nuestra hermosa naturaleza, se han considerado emblemáticas por su forma y distinción y merecen ser destacadas junto con los talentosos creadores de esta tradición artesanal.
Porque la vida es color y color es El Carmen de Viboral en nuestra Colombia Artesanal.
Especial realizado por el Sistema de Información para la Artesanía Siart, de Artesanías de Colombia.
Fuente: Los cuadernos del barro, El Carmen de Viboral: el jardín llevado a la loza, 2014, Ministerio de Cultura, Fundación Tridha.