Zoraida Collazos se enamoró de la guadua gracias a su padre, quien después de dedicarse durante años a la agricultura, decidió aprender cestería en diferentes talleres de Quimbaya, Quindío. A Zoraida le gustaba acompañarlo a los guaduales, seleccionar la materia prima, extraer la fibra y luego ayudarlo a tejer a mano canastos, roperos, contenedores y licoreras. 

A los 22 años se graduó del colegio y decidió explorar diferentes pasiones. Realizó cursos de modistería, estética, culinaria y tejeduría de bolsos hasta que, a los 27 años decidió que la cestería era su camino y se consagró al oficio. Para prepararse en temas de distribución y comercialización, hizo un curso de contabilidad en el Sena y uno de Comercio Exterior con Artesanías de Colombia. 

En 1997, con su papá y sus dos hermanos, fundó el taller Quimbayas Productos Artesanales, especializado en la cestería con guadua con la técnica de tejido continuo o trenzado. Hoy, con más de 50 años de vida, Zoraida sueña con transmitir todo lo que sabe para que las nuevas generaciones mantengan vigente este conocimiento en la región, pues como ella misma afirma: "todo lo que tengo y lo que soy, se lo debo a mi oficio".

John Fredy, el hermano de Zoraida, se encarga de conseguir la materia prima. A las seis de la mañana, en tiempos de luna menguante, se interna en los guaduales de la zona, busca plantas que midan más de 15 metros y tengan entre seis y siete meses, y las corta en tres partes con un machete. 

Luego, con la ayuda de Zoraida, extraen la fibra con un cuchillo, la seleccionan, la dejan secar al sol durante dos días y después lijan las tiras de la fibra y las remojan. La fibra más gruesa la utilizan en el tejido de los canastos tradicionales que se usan para cargar el mercado, las frutas y el café, y la fibra más fina y brillante la emplean en la realización de portahuevos, paneras, lámparas y roperos. 

En Quimbaya y varios municipios del Quindío, la cestería se ha desarrollado por más de cien años. Cuentan que cuando existió el Ferrocarril de Caldas (entre 1911 y 1951) era usual que los artesanos salieran a las vías a vender canastos y contenedores de guadua. 

También era común usar la guadua para hacer esteras que se empleaban como morteros en la construcción de las casas de bahareque. La estera de guadua se situaba sobre la pared y encima, se adhería cemento para evitar la humedad y el frío. Sin embargo, con el paso del tiempo, este oficio ha ido decayendo en la región. 

Los cultivos de guadua han disminuido y muchos han optado por dedicarse a otros oficios como la carpintería y la joyería. Pero Zoraida Collazos no se da por vencida, ella sigue empeñada en mantener viva una labor que hace parte de las tradiciones más antiguas del municipio.

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