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Evelin Meriño y Jesús Orellano, historias de Carnaval

Por Beatriz Mesa Mejía sábado 31 de octubre de 2020

A ambos los unen dos amores, el que se tienen y el que les despierta el Carnaval de Barranquilla. ¡Lea la historia de Innovarte, el taller que crearon Evelin y su esposo!

Artesana Evelin Meriño
Evelin Meriño - Imagen: Artesanías de Colombia

Cada año en Barranquilla se vive una de las fiestas tradicionales más importantes de Colombia. El Carnaval llega vestido de mil colores, con máscaras, disfraces, música y danzas. Las calles vibran al son de los tambores y sus comparsas y desfiles ofrecen una diversidad étnica profunda en su contenido social y cultural. Ese encuentro marca el día tras día de Evelin Meriño y Jesús Orellano, unidos por dos amores, el que se tienen y el que les despierta ese encuentro folclórico que nació en el siglo XIX.

Ese Carnaval, declarado por la Unesco Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, inspira con algunos de sus personajes a Evelin y a Jesús, ella, con alma de empresaria; él, maestro artesano tallador. Cuando se conocieron en una feria en Barranquilla, Jesús ya tenía el taller, lo que hacen es que, no solo se casan, sino que organizan la empresa, le cambian el nombre, le dan un registro de marca y fortalecen sus bases. Así, desde Innovarte Caribe, ubicado en el barrio La Pradera, comenzaron a cumplir un sueño que permanece en el tiempo.

Evelin recuerda que ella realizaba con su madre muñecos de tela que salían de los personajes del Carnaval y cuando decide unir esfuerzos con Jesús, deja ese proyecto y se dedica a la nueva empresa. Si bien estudió Tecnología de Alimentos en la Universidad Abierta y a Distancia, ahora se encarga del diseño de las piezas y su comercialización.

Jesús, por su parte, es maestro en Artes Plásticas graduado de la Universidad del Atlántico. Es un tallador que aprendió el oficio en su tierra natal, Galapa, un municipio en Barranquilla donde habitan numerosos artesanos, y donde un gran maestro le enseño: Francisco Padilla.

La fortaleza de Innovarte Caribe, desde 1995, cuando nació, es que: "nuestros objetos son muy originales. Aplicamos la tradición de la máscara en productos utilitarios”, dice Evelin. Así, con vivos colores y delicados detalles elaboran bandejas, ensaladeras, vasijas, saleros, pimenteros, servilleteros, pinchos, portalápices, percheros, cucharas, trinches, corchos para tapar botellas, libretas de notas, calendarios, entre otros.

Hoy, con el apoyo de Artesanías de Colombia, que llegó a ellos en 2017, se sienten fortalecidos. Primero fue el proyecto 20 Comunidades, luego comenzaron a participar en las ferias. Y se motivaron a hacer nuevos diseños.

¿Cómo es el proceso? Se hace un boceto o plantilla para que todos los objetos queden con las mismas proporciones. Luego, ese boceto lo pasan a la madera para hacer el prototipo y lo cortan. Usan tornos, taladros, taladoras y sierras circulares y sin fin. La talla se hace de manera manual con gubias y buriles. En general, los objetos no son grandes, miden entre 10 y 15 centímetros de alto, aunque les han pedido piezas de gran tamaño. Si es una máscara, se hace el proceso de vaciado para que quede hueca y menos pesada. Cada detalle es importante, no solo se trata de una talla cuidadosa, también lo es el lijado y la pintura.

Si la pieza va natural, se le aplican varias capas de sellador, si es pintada, luego del sellador, aplican una base blanca de vinilo para tapar los poros y viene el proceso de pintura y el acabado en laca brillante, semi brillante o mate. Usan pintura acrílica con productos no tóxicos a base de agua. Cada pieza tiene un proceso largo, sin embargo, logran mantener un buen stock. Venden en las ferias, en las exposiciones previas al Carnaval, en ciudades como Bogotá y Medellín y en un almacén en el aeropuerto de Barranquilla. Además, han tenido un contrato con el Zoológico de Cali. Y hay una tienda en Zurich, Suiza, que vende artesanías de Colombia, a la que le envían de tres a cuatro pedidos al año, todos con productos exclusivos.

Así le dan un nuevo protagonismo a la Negrita Puloy, a la Marimonda, al Congo, al toro, a la cebra y al tigre, que dan vida a objetos utilitarios únicos, con un sello que hace reconocer la marca. 

Durante los días de la fiesta, generalmente tienen tanto trabajo, que no pueden participar de ella, además, dice Evelin, no son muy rumberos. “El lema en nuestro taller es que nosotros vivimos orgullosamente del Carnaval todo el año, pero no parrandeamos el Carnaval”.

Ahora tienen una nueva colección en madera, Aves de mi tierra, en la que le dan vuelo al barranquero, al cardenal, a la María Mulata, a la cacatúa, al canario, a la guacamaya, al carriquí y a la torcaza. 

Hoy, Evelin y Jesús, que tienen dos hijos de 20 y 13 años, viven del taller, en el que le dan trabajo a ocho personas que se encargan del lijado, el pulido y la pintura. A ella lo que más le gusta es innovar, contar una historia desde cada pieza. Sabe que estas figuras representan una tradición antigua que ha permanecido a lo largo de muchos años. 

Y han reunido aprendices, lo que hace parte de la labor social que realizan. “Es una manera de mostrar que sí se puede vivir del trabajo artesanal y salir adelante con un emprendimiento propio”, afirma Evelin, quien confiesa que uno de sus sueños es tener una escuela artesanal donde se aprendan diversos oficios. 

Galapa, tierra de la talla en madera, es un centro artesanal ubicado a unos veinte minutos de la Capital del Atlántico. De allí es Jesús Orellano, allí nació su amor por la artesanía. Contó con la suerte de tener cerca al maestro Francisco Padilla, de quien aprendió los secretos del oficio. 

Cada pieza tiene un sello propio: no solo por ser artesanal, sino por las características de la madera, hay vetas más delgadas, otras más anchas. Hay maderas más duras, otras más livianas. “Si bien tenemos la plantilla para las medidas, en la parte manual cada objeto es único, hay detalles que hacen la diferencia”, explica Jesús, quien recuerda que sus orígenes son campesinos, con un padre y una madre bastante emprendedores, además de danzantes del Carnaval y folcloristas. “De ahí me viene la vena artística, porque mi papá también es cantante”. 

Agrega que con Evelin se complementa a la perfección, pues ella tiene muy buenas ideas para innovar y él, para materializar y sacar los productos adelante. “Lo que más disfruto es la transformación que realizo de la materia prima, la madera. Soy muy curioso, detallista. Soy perfeccionista. Tratamos de que los objetos se vean bien, de que se vea el tallado, el trabajo de la mano, que se destaquen sus diseños y colores”. Jesús, además, trabajó dos años con la Alcaldía de Barranquilla como orientador pedagógico avalado por su carrera de Artes Plásticas.

Las maderas que usan son reforestadas, “porque estamos encaminados a proteger el medio ambiente y por eso conseguimos madera certificada”. La ceiba, además de liviana, es especial para el tallado y el lijado. El pino tiene la veta que es hermosísima y se deja trabajar muy bien. La teca tiene una veta oscura, tiene marrones, verdes y amarillos y es muy llamativa, además de resistente.

Evelin Meriño y Jesús Orellano hacen una apuesta desde Innovarte Caribe con los ojos puestos en un Carnaval lleno de significados. Es por eso que quieren transmitir su esencia, que se conozca la rica herencia cultural barranquillera. “Tratamos de contar una historia. Esos relatos están en cada una de las figuras que hacemos”.

Cada año en Barranquilla se vive una de las fiestas tradicionales más importantes de Colombia. El Carnaval llega vestido de mil colores, con máscaras, disfraces, música y danzas. Las calles vibran al son de los tambores y sus comparsas y desfiles ofrecen una diversidad étnica profunda en su contenido social y cultural. Ese encuentro marca el día tras día de Evelin Meriño y Jesús Orellano, unidos por dos amores, el que se tienen y el que les despierta ese encuentro folclórico que nació en el siglo XIX.
Ese Carnaval, declarado por la Unesco Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, inspira con algunos de sus personajes a Evelin y a Jesús, ella, con alma de empresaria; él, maestro artesano tallador. Cuando se conocieron en una feria en Barranquilla, Jesús ya tenía el taller, lo que hacen es que, no solo se casan, sino que organizan la empresa, le cambian el nombre, le dan un registro de marca y fortalecen sus bases. Así, desde Innovarte Caribe, ubicado en el barrio La Pradera, comenzaron a cumplir un sueño que permanece en el tiempo.
Evelin recuerda que ella realizaba con su madre muñecos de tela que salían de los personajes del Carnaval y cuando decide unir esfuerzos con Jesús, deja ese proyecto y se dedica a la nueva empresa. Si bien estudió Tecnología de Alimentos en la Universidad Abierta y a Distancia, ahora se encarga del diseño de las piezas y su comercialización.
Jesús, por su parte, es maestro en Artes Plásticas, graduado por la Universidad del Atlántico. Es un tallador que aprendió el oficio en su tierra natal, Galapa, un municipio en Barranquilla donde habitan numerosos artesanos, y donde un gran maestro le enseño: Francisco Padilla.
La fortaleza de Innovarte Caribe, desde 1995, cuando nació, “es que nuestros objetos son muy originales. Aplicamos la tradición de la máscara en productos utilitarios”, dice Evelin. Así, con vivos colores y delicados detalles elaboran bandejas, ensaladeras, vasijas, saleros, pimenteros, servilleteros, pinchos, portalápices, percheros, cucharas, trinches, corchos para tapar botellas, libretas de notas, calendarios, entre otros.
Hoy, con el apoyo de Artesanías de Colombia, que llegó a ellos en 2017, se sienten fortalecidos. Primero fue el proyecto 20 Comunidades, luego comenzaron a participar en las ferias. Y se motivaron a hacer nuevos diseños.
¿Cómo es el proceso? Se hace un boceto o plantilla para que todos los objetos queden con las mismas proporciones. Luego, ese boceto lo pasan a la madera para hacer el prototipo y lo cortan. Usan tornos, taladros, taladoras y sierras circulares y sin fin. La talla se hace de manera manual con gubias y buriles. En general, los objetos no son grandes, miden entre 10 y 15 centímetros de alto, aunque les han pedido piezas de gran tamaño. Si es una máscara, se hace el proceso de vaciado para que quede hueca y menos pesada. Cada detalle es importante, no solo se trata de una talla cuidadosa, también lo es el lijado y la pintura. Si la pieza va natural, se le aplican varias capas de sellador, si es pintada, luego del sellador, aplican una base blanca de vinilo para tapar los poros y viene el proceso de pintura y el acabado en laca brillante, semi brillante o mate. Usan pintura acrílica con productos no tóxicos a base de agua. Cada pieza tiene un proceso largo, sin embargo, logran mantener un buen stock. Venden en las ferias, en las exposiciones previas al Carnaval, en ciudades como Bogotá y Medellín y en un almacén en el aeropuerto de Barranquilla. Además, han tenido un contrato con el Zoológico de Cali. Y hay una tienda en Zurich, Suiza, que vende artesanías de Colombia, a la que le envían de tres a cuatro pedidos al año, todos con productos exclusivos.
Así le dan un nuevo protagonismo a la Negrita Puloy, a la Marimonda, al Congo, al toro, a la cebra y al tigre, que dan vida a objetos utilitarios únicos, con un sello que hace reconocer la marca. 
Durante los días de la fiesta, generalmente tienen tanto trabajo, que no pueden participar de ella, además, dice Evelin, no son muy rumberos. “El lema en nuestro taller es que nosotros vivimos orgullosamente del Carnaval todo el año, pero no parrandeamos el Carnaval”.
Ahora tienen una nueva colección en madera, Aves de mi tierra, en la que le dan vuelo al barranquero, al cardenal, a la María Mulata, a la cacatúa, al canario, a la guacamaya, al carriquí y a la torcaza. 
Hoy, Evelin y Jesús, que tienen dos hijos de 20 y 13 años, viven del taller, en el que le dan trabajo a ocho personas que se encargan del lijado, el pulido y la pintura. A ella lo que más le gusta es innovar, contar una historia desde cada pieza. Sabe que estas figuras representan una tradición antigua que ha permanecido a lo largo de muchos años. 
Y, han reunido aprendices, lo que hace parte de la labor social que realizan. “Es una manera de mostrar que sí se puede vivir del trabajo artesanal y salir adelante con un emprendimiento propio”, afirma Evelin, quien confiesa que uno de sus sueños es tener una escuela artesanal donde se aprendan diversos oficios. 
Galapa, tierra de la talla en madera, es un centro artesanal ubicado a unos veinte minutos de la Capital del Atlántico. De allí es Jesús Orellano, allí nació su amor por la artesanía. Contó con la suerte de tener cerca al maestro Francisco Padilla, de quien aprendió los secretos del oficio. 
Cada pieza tiene un sello propio: no solo por ser artesanal, sino por las características de la madera, hay vetas más delgadas, otras más anchas. Hay maderas más duras, otras más livianas. “Si bien tenemos la plantilla para las medidas, en la parte manual cada objeto es único, hay detalles que hacen la diferencia”, explica Jesús, quien recuerda que sus orígenes son campesinos, con un padre y una madre bastante emprendedores, además de danzantes del Carnaval y folcloristas. “De ahí me viene la vena artística, porque mi papá también es cantante”. Agrega que con Evelin se complementa a la perfección, pues ella tiene muy buenas ideas para innovar y él, para materializar y sacar los productos adelante. “Lo que más disfruto es la transformación que realizo de la materia prima, la madera. Soy muy curioso, detallista. Soy perfeccionista. Tratamos de que los objetos se vean bien, de que se vea el tallado, el trabajo de la mano, que se destaquen sus diseños y colores”. Jesús, además, trabajó dos años con la Alcaldía de Barranquilla como orientador pedagógico avalado por su carrera de Artes Plásticas.
Las maderas que usan son reforestadas, “porque estamos encaminados a proteger el medio ambiente y por eso conseguimos madera certificada”. La ceiba, además de liviana, es especial para el tallado y el lijado. El pino tiene la veta que es hermosísima y se deja trabajar muy bien. La teca tiene una veta oscura, tiene marrones, verdes y amarillos y es muy llamativa, además de resistente.
Evelin Meriño y Jesús Orellano hacen una apuesta desde Innovarte Caribe con los ojos puestos en un Carnaval lleno de significados. Es por eso que quieren transmitir su esencia, que se conozca la rica herencia cultural. “Tratamos de contar una historia. Esos relatos están en cada una de las figuras que hacemos”. 

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26 de diciembre de 2024 - Última actualización: 26 de diciembre de 2024

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