Diego de La Cruz, el entamador de sueños.

Por Sistema de Información para la Artesanía - Siart.

Artesano Diego de La Cruz
Artesano Diego de La Cruz - Imagen: Gustavo Chávez

Nariño es tierra de artesanos y entre la diversidad de oficios que por tradición y vocación se practican en este departamento, se encuentra el enchapado en tamo, una técnica decorativa en la que se puede observar la maestría y la dedicación que imprimen los artesanos en sus piezas, obras de verdadera admiración.

Por eso, hablamos con Diego de La Cruz, oriundo de Pasto, quien ha dedicado la mayor parte de su vida a esta técnica decorativa tradicional; él lleva sus manos el ingenio para innovar y en su alma, el orgullo de ser artesano. ¡Esta es su historia!

Diego de La Cruz

“Desde hace más de 20 años me dedico al enchapado en tamo. Inicié plasmando lo que existía en el mercado y de forma empírica porque en aquel entonces, no habían escuelas o talleres para aprender la técnica. Observaba el trabajo que los artesanos hacían, me familiaricé con la fibra y comencé a crear piezas con la intención de mejorar la técnica, razón por la que quise atreverme a hacer propuestas nuevas para mejorarla.

Fue el gusto por la técnica el que me llevó a practicarla, porque antes me dedicaba al repujado en cuero. Este fue mi primer acercamiento a la labor artesanal y fue una gran oportunidad porque cuando volví del ejército a los 19 años, no tenía trabajo; así que la familia de mi cuñado, los Jaramillo, quienes por tradición y por generaciones se han dedicado al trabajo en cuero, me enseñaron el oficio y me permitieron trabajar con ellos. De ahí surgió mi gusto por los trabajos manuales, por la elaboración de piezas, por el diseño y por mejorar o crear algunas herramientas en pro del oficio artesanal.

Durante diez años, trabajé en el repujado en cuero y cuando migré al enchapado en tamo, lo primero que hice fue reconocer la fibra y comenzar a experimentar con ella. Siempre he utilizado diferentes fibras en las decoraciones que hago y hasta la fecha, lo hemos logrado en el taller; actualmente trabajamos con algunas, otras no nos han funcionado, pero es un proceso de prueba y error que nos ha dejado gratos resultados.

Desde que me inicié en la técnica, me interesé en innovar para perfeccionar el acabado de los productos y en mejorar su calidad; porque en principio, el acabado de las piezas era muy rústico.  Así que comencé a probar con algunos productos como lacas y selladores para proteger la fibra, e implementé el uso de inmunizantes para preservar la madera debido a que no era costumbre hacerlo, una razón por la que considero que he aportado a la conservación del oficio.

Una familia de artesanos…

Provengo de una familia con vocación artesanal. Mi hermano, Miguel de La Cruz, es un gran maestro artesano dedicado al enchapado en tamo; mi hermana Aída de La Cruz junto a su esposo Víctor Jaramillo, tienen su propio taller artesanal, y el resto de mi familia está vinculada al enchapado en tamo porque se dedican al torno y la carpintería. Cada uno tiene su propio estilo y a pesar de esto, nos colaboramos mucho y cuando participamos en las ferias, compartimos como compañeros, sin rivalidades, que es lo mejor.

Tengo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres de 24, 23, 15 y 7 años. Son muy hábiles y todos practican el decorado en tamo porque, de hecho, es una de mis exigencias en su proceso educativo. Yo les digo: “no importa que no ejerzan el oficio, deben saber cómo se desarrolla el decorado en tamo”. Andrés, el de 23 años, es el único de mis hijos que se dedica completamente al enchapado en tamo, ya tiene su propio estilo y obras.

Un taller para crear e inspirar a otros

La motivación para crear mi taller surgió ante la necesidad de tener un sustento. Cuando trabajaba con los Jaramillo, recuerdo que me quedaba en su taller hasta las cinco de la tarde, luego tomaba mi bicicleta y me iba a estudiar matemáticas a la Universidad de Nariño, pero me gustó tanto la labor artesanal que me quedé, dejé de estudiar matemáticas, comencé a estudiar administración financiera en las noches y seguí trabajando hasta formar mi propio taller llamado en principio “Artesanías de La Cruz”. Luego, y por recomendaciones para posicionar mi marca, le cambié el nombre a “Artesanías Diego de La Cruz” y así lo he mantenido desde hace aproximadamente diez años.

Esto de la artesanía es para nosotros una profesión, una vocación que debe ser tratada así y un artesano debe vivir bien de lo que hace y de lo que le gusta. Por eso, año tras año, hago uno o dos cursos en temas financieros para fortalecer esta área en mi taller; creo que sin una buena base financiera no sería posible sostener un taller y manejarlo como una empresa. ¡Gracias a Dios nosotros lo hemos logrado!

Por aquí han pasado alrededor de 400 personas y por eso pienso que mi taller es una escuela. A algunos artesanos les ha gustado el trabajo y han conformado sus propios talleres; también hemos dictado cursos a jóvenes artistas y creemos que en unos años se verá el resultado, porque son personas que quieren incluir el enchapado en tamo en sus creaciones pero de manera diferente, y en ese sentido, en el taller siempre hemos sido muy abiertos y les hemos brindado nuestros conocimientos para que aprendan el proceso creativo de esta técnica.

Actualmente trabajo con 18 personas, pero contamos con el apoyo de 20 familias más que realizan el proceso de recolección de la fibra; otros artesanos se dedican a la tornería, carpintería y pintura de las piezas en madera y otros, a la pintura y preparación del tamo.

Considero que mi taller ha sido uno de los responsables de que el enchapado en tamo haya subido de nivel y sea más apreciado. Hoy en día, es una de las técnicas más fuertes de Nariño y hemos visto cómo hemos influido en otros artesanos. Por ejemplo, hay trabajos muy parecidos entre talleres y eso nos complace bastante porque ha sido una labor hecha a conciencia y abierta a todos los artesanos.

De Pasto para el mundo

Expoartesanías es nuestra gran vitrina y nuestra mejor ventana para dar a conocer lo que hacemos por más o menos 20 años. Recuerdo gratamente, una participación en esta feria en la que yo había elaborado unas piezas de gran formato, algo que en lo personal no se hacía con el tamo. Yo iba con temor de no vender o de que mi trabajo no fuera apreciado, pero fue una satisfacción ver que los visitantes respondieran tan bien, porque eran piezas que no se habían hecho nunca y la fibra no se había mostrado de esa forma, así que fue un éxito total. De hecho, este fue el primer paso para avanzar con mi trabajo y llegar a donde estoy en este momento.

Nuestra estrategia de publicidad se basa principalmente en el voz a voz. Hasta ahora, no tenemos un sitio web ni tampoco hacemos marketing digital y es por una sencilla razón: vendemos todo lo que hacemos. Sin embargo, hemos tenido la oportunidad de salir del país con nuestros productos y hemos participado en un concurso de artesanías en Ecuador organizado por la ONU. Actualmente, realizamos una gira por Europa al año y en 2019, estuvimos con el taller en Francia y Suiza mostrando lo que hacemos, y compartiendo el trabajo con artesanos de estos países. ¡Fue una experiencia bien linda y enriquecedora!

Sus sueños…

Uno de nuestros sueños ha sido crear la primera escuela de enchapado en tamo de Colombia, porque es una forma de preservar el oficio. Ya tenemos los planos del taller y estamos trabajando en el presupuesto. Creo que en un par de años, tendremos la escuela y así llegaremos a los más jóvenes para que aprendan y conozcan el enchapado en tamo.

La labor artesanal me ha dado la oportunidad de estudiar, de mantenerme económicamente y de conocer otros lugares del mundo; poder realizarme como persona y como profesional, es lo mejor que me ha dejado esta tradición.
A los artesanos les digo: pónganle amor a lo que hacen y así todas las cosas que quieran se harán realidad… No importa el oficio que tengamos, si se hace con amor, con pasión y con ganas, se puede lograr lo que se desea.”

 Especial realizado por el Sistema de Información para la Artesanía - Siart, de Artesanías de Colombia.

 

 

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