Cerámica viva y contemporánea

Por Sistema de Información para la Artesanía - Siart.

Jarra creada por El Gres del Pato y la Cruz
Jarra creada por El Gres del Pato y la Cruz - Imagen: Cortesía taller El Gres del Pato y la Cruz

Sin tener mucha consciencia de ello, los trabajos de Luis Carlos Reyes siempre desembocaban en la cerámica. 

Fue solo con el paso del tiempo, la depuración del conocimiento y el hallazgo afortunado de un maestro japonés, que este diseñador industrial colombiano y egresado del Instituto Pratt, decidió enfocar su carrera profesional a un oficio artesanal que con gres y fuego, da vida a piezas de cerámica inigualables. 

Así empezó esta historia...

«Después de graduarme, trabajé en varios talleres de diseño en Nueva York pero me di cuenta de que siempre terminaba trabajando con la cerámica. Así que dije: “me voy para Colombia”, en nuestro país aún no hay tanto monopolio de minerales que se utilizan para la cerámica; así que empecé a estudiar ciencia de la cerámica y ahí retomé mi historia en Colombia de nuevo, así, ya vamos para seis años». 

Estudiar ciencia de la cerámica le tomó a Luis Carlos un par de años y de kilómetros. En Estados Unidos aprendió a elaborar piezas detalladas desde una perspectiva química; no obstante, fue en Japón y de la mano del maestro Hiroshige Kato quien le acogió como discípulo en su taller, donde aprendió a trabajar los materiales de manera artesanal y así como él dice: «aprendí a agarrar una piedra y probarla, darme cuenta de si es saladita o no, fijarme en cómo es la arcilla». 

Este encuentro con la arcilla y las rocas, hizo que Luis Carlos se enamorara del gres, una pasta cerámica vitrificada a 1.300 grados centígrados y formada por arcillas y otros materiales, que se caracterizan por su dureza y baja absorción de agua. Este encuentro hizo también, que Luis Carlos construyera en su casa, con sus manos y con materia prima 100% santandereana, un horno para cocer cerámica siguiendo meticulosamente, la técnica japonesa aprendida. 

Y por esto, El Gres del Pato y la Cruz se llama así 

La magia del gres fue la que definió este taller, cuyo nombre es un homenaje al material con el cual se elaboran todos sus productos y describe el tránsito que ha recorrido Luis Carlos como creador, artesano y diseñador colombiano. 

El pato es un ave de migración y un símbolo de la manera en que ha transcurrido la historia del taller; y la cruz griega, es la encargada de representar visualmente los cuatro elementos: el fuego y el aire, que están presentes en el horno; y la tierra y el agua, que están en las piezas elaboradas. 

Santander y su herencia Guane

Santander es un departamento con vocación artesanal de tejedores y ceramistas; este territorio cuenta con una rica herencia que tiene en Barichara, centro cultural y artesanal, una excelente muestra de oficios como la talla en piedra y la elaboración de tiestos en una cerámica muy antigua, de baja temperatura, porosa y absolutamente icónica, heredada de la cultura Guane.

Aunque Luis Carlos no elabora productos con la técnica Guane, sí viajó hasta Barichara a conocer a doña Ana Felisa Alquichire (q.e.p.d), la única persona que conocía de primera mano, cómo se elaboraba la cerámica Guane: 

«Doña Felisa era una belleza de persona, con un trabajo super puro porque hacía una quema parecida al estilo africano, pero esa quema era de ella. A su casa no fue nunca ningún africano a explicarle cómo quemar. Ella quemaba unas piezas muy lindas que se pueden poner en el fogón directo, y aunque yo llegué hasta su casa buscando cómo me compartían el material, decidí que lo ideal era dejar ese trabajo quieto, porque es algo muy puro y merece ser respetado».

Pasos hacia la innovación

En 2015, El Gres del Pato y la Cruz participó por primera vez en la feria Expoartesanías y en 2018, resultó ganador de “Hechos de Creatividad”, concurso que reconocía la innovación en productos artesanales, con un conjunto de tres piezas de gres que incluían sencillos gestos, encargados de solucionar problemas funcionales. 

Tal es el caso de las tapas de hierro y madera en cacerolas para mantener el calor de las comidas y en jarras para almacenar productos; y de un visor en una jarra de fermentación que permite al usuario, revisar el nivel de agua sin necesidad de destapar la jarra, frenando así una rápida evaporación a causa de la temperatura o del aire. 

«Primero, nosotros buscamos algo que pueda servir, que tenga una función y a partir de ahí, empezamos a diseñar la pieza. Cuando estuve en Estados Unidos tenía mucho enfoque en lo estético, pero los colombianos sabemos que no todo es estético, así que en el taller, la innovación siempre va atada a la funcionalidad para resolver un problema real».

Los retos de emprender en Colombia

«Lo más difícil es romper esta barrera del “hombre orquesta”. Aunque cuento con el apoyo de mi esposa; todavía soy el departamento comercial, soy el departamento de diseño, soy el departamento de producción y al final del día, soy quien también se sienta en el torno; siendo esta, una de las actividades que me hace más feliz».

El reto de crecer significa para Luis Carlos, generar los empleos necesarios para que el taller se mantenga a flote sin que se convierta en una empresa depredadora de materias primas o de capital humano; con una capacidad de producción eficiente y con el grado de calidad justo para entregar sueldos dignos. 

En este momento, los clientes principales de El Gres del Pato y la Cruz son restaurantes y hoteles que le apuestan a la creatividad, a la mano de obra y a la innovación colombiana; sin embargo, dentro de los planes de Luis Carlos está vender sus productos en el extranjero y mostrar que con arcilla colombiana y técnica japonesa, se obtienen piezas de cerámica inigualable. 

Una categoría distinta: el diseñador que quiso ser artesano

«Como yo soy un artesano digamos “joven”, mi tradición ahora está basada en procesos japoneses con materiales locales, por eso no puedo decir que los productos son completamente tradicionales, pero sí puedo decir que son hechos totalmente con las manos y siguiendo procesos ancestrales. 

Somos muchos los colombianos que en este momento de nuestra historia, estamos en la misma línea, somos aquellos situados en un margen de “designer maker”, de diseñador que hace, del diseñador que quiso ser artesano».

¿Por qué apoyar la creatividad?

Ni el talento, ni el conocimiento, ni la creatividad son características que se puedan arrebatar. Por el contrario, son aquellas que diferencian no sólo la labor artesanal y las manos que la hacen posible, sino a los productos elaborados. 

El trabajo hecho a mano es creación con talento e imaginación con conocimiento. Por eso, apoyar la creatividad de los artesanos colombianos honrar la historia de sus manos y de su aprendizaje, es reconocer el valor del esfuerzo técnico y creativo de nuestra tierra y de su gente. 

Especial realizado por el Sistema de Información para la Artesanía, Siart, de Artesanías de Colombia.

Sin tener mucha consciencia de ello, los trabajos de Luis Carlos Reyes siempre desembocaban en la cerámica. 
Fue solo con el paso del tiempo, la depuración del conocimiento y el hallazgo afortunado de un maestro japonés, que este diseñador industrial colombiano y egresado del Instituto Pratt, decidió enfocar su carrera profesional a un oficio artesanal que con gres y fuego, da vida a piezas de cerámica inigualables. 
Así empezó esta historia...
«Después de graduarme, trabajé en varios talleres de diseño en Nueva York pero me di cuenta de que siempre terminaba trabajando con la cerámica. Así que dije: “me voy para Colombia”, en nuestro país aún no hay tanto monopolio de minerales que se utilizan para la cerámica; así que empecé a estudiar ciencia de la cerámica y ahí retomé mi historia en Colombia de nuevo, así, ya vamos para seis años». 
Estudiar ciencia de la cerámica le tomó a Luis Carlos un par de años y de kilómetros. En Estados Unidos aprendió a elaborar piezas prolijas desde una perspectiva química; no obstante, fue en Japón y de la mano del maestro Hiroshige Kato quien le acogió como discípulo en su taller, donde aprendió a trabajar los materiales de manera artesanal y así como él dice: «aprendí a agarrar una piedra y probarla, darme cuenta de si es saladita o no, fijarme en cómo es la arcilla». 
Este encuentro con la arcilla y las rocas, hizo que Luis Carlos se enamorara del gres, una pasta cerámica vitrificada a 1.300 grados centígrados y formada por arcillas y otros materiales, que se caracteriza por su dureza y baja absorción de agua. Este encuentro hizo también, que Luis Carlos construyera en su casa, con sus manos y con materia prima 100% santandereana, un horno para cocer cerámica siguiendo meticulosamente, la técnica japonesa aprendida. 
Y por esto, el Gres del Pato y la Cruz se llama así 
La magia del gres fue la que definió este taller, cuyo nombre es un homenaje al material con el cual se elaboran todos sus productos y describe el tránsito que ha recorrido Luis Carlos como creador, artesano y diseñador colombiano. 
El pato es un ave de migración y un símbolo de la manera en que ha transcurrido la historia del taller; y la cruz griega, es la encargada de representar visualmente los cuatro elementos: el fuego y el aire, que están presentes en el horno; y la tierra y el agua, que están en las piezas elaboradas. 
Santander y su herencia Guane
Santander es un departamento con vocación artesanal de tejedores y ceramistas; este territorio cuenta con una rica herencia que tiene en Barichara, centro cultural y artesanal, una excelente muestra de oficios como la talla en piedra y la elaboración de tiestos en una cerámica muy antigua, de baja temperatura, porosa y absolutamente icónica, heredada de la cultura Guane.
Aunque Luis Carlos no elabora productos con la técnica Guane, sí viajó hasta Barichara a conocer a doña Ana Felisa Alquichire (q.e.p.d), la única persona que conocía de primera mano, cómo se elaboraba la cerámica Guane: 
«Doña Felisa era una belleza de persona, con un trabajo super puro porque hacía una quema parecida al estilo africano, pero esa quema era de ella. A su casa no fue nunca ningún africano a explicarle cómo quemar. Ella quemaba unas piezas muy lindas que se pueden poner en el fogón directo, y aunque yo llegué hasta su casa buscando cómo me compartían el material, decidí que lo ideal era dejar ese trabajo quieto, porque es algo muy puro y merece ser respetado».
Pasos hacia la innovación
En 2015, El Gres del Pato y la Cruz participó por primera vez en la feria Expoartesanías y en 2018, resultó ganador de “Hechos de Creatividad”, concurso que premiaba la innovación en productos artesanales, con un conjunto de tres piezas de gres que incluían sencillos gestos, encargados de solucionar problemas funcionales. 
Tal es el caso de las tapas de hierro y madera en cacerolas para mantener el calor de las comidas y en jarras para almacenar productos; y de un visor en una jarra de fermentación que permite al usuario, revisar el nivel de agua sin necesidad de destapar la jarra, frenando así una rápida evaporación a causa de la temperatura o del aire. 
«Primero, nosotros buscamos algo que pueda servir, que tenga una función y a partir de ahí, empezamos a diseñar la pieza. Cuando estuve en Estados Unidos tenía mucho enfoque en lo estético, pero los colombianos sabemos que no todo es estético, así que en el taller, la innovación siempre va atada a la funcionalidad para resolver un problema real».
Los retos de emprender en Colombia
«Lo más difícil es romper esta barrera del “hombre orquesta”. Aunque cuento con el apoyo de mi esposa; todavía soy el departamento comercial, soy el departamento de diseño, soy el departamento de producción y al final del día, soy quien también se sienta en el torno; siendo esta, una de las actividades que me hace más feliz».
El reto de crecer significa para Luis Carlos, generar los empleos necesarios para que el taller se mantenga a flote sin que se convierta en una empresa depredadora de materias primas o de capital humano; con una capacidad de producción eficiente y con el grado de calidad justo para entregar sueldos dignos. 
En este momento, los clientes principales de El Gres del Pato y la Cruz son restaurantes y hoteles locales que le apuestan a la creatividad, a la mano de obra y a la innovación colombiana; sin embargo, dentro de los planes de Luis Carlos está vender sus productos en el extranjero y mostrar que con arcilla colombiana y técnica japonesa, se obtienen piezas de cerámica inigualable. 
Una categoría distinta: el diseñador que quiso ser artesano
«Como yo soy un artesano digamos “joven”, mi tradición ahora está basada en procesos japoneses con materiales locales, por eso no puedo decir que los productos son completamente tradicionales, pero sí puedo decir que son hechos totalmente con las manos y siguiendo procesos ancestrales. 
Somos muchos los colombianos que en este momento de nuestra historia, estamos en la misma línea, somos aquellos situados en un margen de “designer maker”, de diseñador que hace, del diseñador que quiso ser artesano».
¿Por qué apoyar la creatividad?
Ni el talento, ni el conocimiento, ni la creatividad son características que se puedan arrebatar. Por el contrario, son aquellas que diferencian no sólo la labor artesanal y las manos que la hacen posible, sino a los productos elaborados. 
El trabajo hecho a mano es creación con talento e imaginación con conocimiento. Por eso, apoyar la creatividad de los artesanos colombianos honrar la historia de sus manos y de su aprendizaje, es reconocer el valor del esfuerzo técnico y creativo de nuestra tierra y de su gente. 
Especial realizado por el Sistema de Información para la Artesanía, Siart, de Artesanías de Colombia.

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