Por Artesanías de Colombia viernes 13 de agosto de 2021
Tras aprender el oficio junto a los maestros De la Cruz, Angélica Chiles y su esposo fundaron el taller en donde hoy, se dedican al enchapado en tamo. ¡Lea esta historia!
A Angélica Chiles siempre le gustó crear con las manos. En el colegio aprendió a tejer y a bordar y, aunque pensó ser enfermera, la artesanía terminó imponiéndose. Cuando se graduó de bachillerato, decidió ingresar a un taller de decoración en tamo para aprender la técnica y enchapar piezas con el tamo de la cebada.
Luego entró al taller del maestro Miguel de la Cruz, donde estuvo tres años, y después pasó al de Diego de la Cruz, con quien trabajó quince años. En 2015 decidió independizarse y mostrarle al mundo sus propias creaciones.
Con la ayuda de su esposo fundó el taller Tamo de Oro, donde otros diez artesanos trabajan enchapando diferentes objetos con diseños inspirados en la naturaleza de la región. A los 43 años, Angélica sueña con expandir el taller, que este año estuvo muy quieto debido a la pandemia, y empezar a desarrollar piezas en tamo para proyectos arquitectónicos que permitan mostrar la versatilidad y belleza de esta técnica artesanal.
La decoración con tamo es un oficio que exige paciencia y el trabajo de muchas manos artesanas. Las llamadas “entamadoras” son las mujeres que se encargan de conseguir la materia prima, la cual sale de la cebada. Ellas seleccionan el tamo, lo secan, lo pelan minuciosamente hasta dejarlo liso y lo ponen a hervir con anilinas para conseguir los diferentes colores. Luego lo secan, lo abren con una segueta y lo aplanan para pegarlo con colbón en hojas de papel.
Esas láminas de colores llegan al taller de Angélica Chiles, quien previamente ha trabajado con ebanistas, torneros y talladores de Pasto para indicarles las medidas y el diseño de los jarrones, centros de mesa, bomboneras, platos, floreros y máscaras de madera que van a enchapar en tamo. Con maestría, Angélica corta las láminas en finas tiras que va pegando, una a una, sobre el diseño que ha creado en la madera. Finalmente aplica un sellador, lija y barniza con lacas para darles un acabado brillante o mate a piezas únicas que fascinan por sus llamativos colores y diseños.
La técnica del enchapado en tamo es una de las más populares en Pasto. El tamo se obtiene durante las cosechas del trigo y la cebada, y antiguamente era utilizado para rellenar los colchones y los muebles de las casas.
Aunque no hay datos concretos que indiquen cómo surgió la técnica, algunas versiones sostienen que llegó a Nariño en la época de la colonia, ya que distintas piezas religiosas estaban decoradas con esta fibra vegetal, pero fue hasta el siglo XX que se afianzó el oficio.
En Pasto más de 4000 artesanos se dedican hoy en día al tamo. Sin embargo, la pandemia ha afectado a la gran mayoría, muchos talleres cerraron y otros, como el de Angélica Chiles, luchan por mantener vivo un legado que hace parte de la cultura artesanal de Nariño.
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