Reconociendo la labor de nuestros artesanos

Con el fin de hacer homenaje y reconocimiento a la invaluable labor que a diario realizan nuestros artesanos por conservar los saberes y las tradiciones del país, desde hace 39 años, el Gobierno Nacional por medio de Artesanías de Colombia institucionalizó el Día Nacional del Artesano en la ley 23 de 1978.

Por esta razón, el equipo de Artesanías de Colombia envía un mensaje de agradecimiento a cada uno de los artífices de nuestras tradiciones, que con su incansable trabajo logran dejar plasmados en cada producto artesanal, no solo la experticia y el talento para desarrollar las diferentes técnicas y oficios artesanales existentes en el país, sino su amor, gusto y responsabilidad por hacer que estas perduren en el tiempo.

Destacando la historia “El secreto del chumbe”  publicada en la edición número 6 de nuestra Revista Artífices, nos unimos a esta celebración y le deseamos a cada uno de los artesanos colombianos un ¡feliz día! 

La historia de la maestra Pastora Juanjibboy, es solo una de las más miles de historias de artesanos que dedican su vida al oficio y a la creación artesanal. Que nos inspiran profunda admiración y respeto y nos ratifican nuestro propósito institucional.

El secreto del chumbe

Para aprender a tejer Pastora Juanjibioy tuvo que esconderse. A los cinco años aprendió a unir las hebras observando las manos de su madre, pero el fuerte temperamento de ella la alejó del tejido. Temía que la inexperiencia de su hija dañara las cobijas, chumbes y ruanas que con tanta dedicación hacía. La sentenció a mirar y le prohibió tocar. Pero Pastora se las ingenió para continuar explorando la lana. En el día observaba los diseños que su madre tejía. En la tarde, con el pretexto de cuidar los cultivos de choclo, se escapaba con agujas y madejas y practicaba durante horas. Memorizando los dibujos y la manera de pasar las hebras, aprendió a tejer.

Y desde entonces no ha parado. A los 79 años mantiene una estricta rutina que empieza a la siete de la mañana y termina a las seis de la tarde. Hace ruanas, cobijas, chalecos, bufandas, individuales, manillas, aretes, anillos y los tradicionales chumbes, una especie de faja cargada de historias y pensamientos que usan las mujeres de la etnia kamentsá.  

Los chumbes grandes miden cuatro metros de ancho, se tejen en tres o cuatro días, y sirven para fajarse y sostener el anácus o falda tradicional. Para Pastora los chumbes también actúan como una medicina. Según cuenta, disminuyen el sangrado y el dolor menstrual, abrigan el vientre de las embarazadas y ayudan a que los niños nazcan sanos. Además, se utilizan para enrollar a los recién nacidos a la espalda de la madre y fortalecer el vínculo materno. Los chumbes pequeños, que miden un metro con 45 centímetros, los utilizan para adornar la cabeza. 

Los chumbes tienen fondo blanco, que simboliza la paz de Dios, y dibujos tejidos con hebras rojas, emblema de la sangre de Cristo. A algunos les ponen un camino verde en el marco que representa los cultivos tradicionales de los kamentsá. Otros diseños simbolizan el sol, la luna y las estrellas, las costillas del hombre, la barriga llena, los árboles, las cordilleras, la palma y el maíz. También hay diseños litúrgicos de crucifijos, cáliz y estolas. 

Pastora, además de ser artesana, es una reconocida partera. Vive en Sibundoy, Alto Putumayo, donde ha capacitado a más de 500 mujeres en el arte del tejido con lana e hilo de algodón. Tuvo doce hijos, pero le quedan vivos cinco que también son artesanos. Tiene 17 nietos y tres bisnietos que pronto aprenderán el oficio. Está convencida de que enseñar los secretos del tejido kamentsá es parte de la misión que escogió en esta vida.

Conozca esta y más historias artesanales en la edición 6 de nuestra Revista Artífices.

Artesanías de Colombia