El fulgor particular del Choibá

Por Sistema de Información para la Artesanía, Siart.

Artesano José Félix Murillo
Artesano José Félix Murillo - Imagen: Artesanías de Colombia

En las orillas del río Condoto, José Félix Murillo aprendió a extraer oro y platino cuando era niño. Siguiendo el ejemplo de su padre, se aventuraba entre caños y quebradas tras los minerales preciosos. Se agachaba en el agua e introducía la batea que luego limpiaba y filtraba en busca del oro de los cauces de los ríos de la provincia de San Juan, en Chocó. 

Pero con el incremento de la minería ilegal, los metales escasearon y la extracción aluvial dejó de ser rentable. Murillo optó por otra de las tradiciones familiares: las artesanías en madera. A los 21 años, aprendió a hacer canoas, bateas y cucharas. Su padre le enseñó que antes de preocuparse por conseguir la madera o saber cómo tratarla, debía prestar atención a la luna. 

La madera no debe cortarse en luna nueva porque atrae a las polillas y favorece las carcomas. Debe cortarse en luna menguante para que de ella surjan objetos resistentes y hermosos. La experiencia y las ganas de afianzar el oficio llevaron a José Félix a fundar el taller Choibá Chocó, en Quibdó, donde a los 61 años continúa descubriendo las diferentes formas que surgen de un trozo de madera. 

Para extraer la madera del árbol choibá, José Félix Murillo toma su lancha y se interna por alguno de los brazos del río Atrato. Remonta alguno de los caños hasta llegar a su cabecera y, jungla adentro, encuentra los árboles. Murillo va en busca de aquellos que se han caído de viejos o los que han sido tumbados por vendavales. Una vez tiene la madera, la corta según la pieza que vaya a fabricar. Después la lija con esmero para lograr la suavidad requerida. Luego le aplica cera de abejas para que la pieza brille y se destaque con un fulgor particular. 

Las ideas de los diseños las recibe a través de sueños. Antes de dormir, le pide a Dios inspiración. En medio de la noche, mientras las estrellas resplandecen y Murillo sueña, ve las distintas piezas que elabora contenidas en la madera del choibá. Al levantarse ejecuta con sus virtuosas manos las visiones oníricas en el cuerpo de la madera: un molinillo, una ensaladera, un plato o una batea.

José Félix Murillo es considerado uno de los mejores artesanos del Chocó. Con la madera que se usa tradicionalmente entre comunidades afrodescendientes para la construcción de casas, canoas o cucharones, quiere llevarle la corriente a la difícil situación social que lo rodea. Ante la proliferación de la minería ilegal y la reaparición fortalecida de grupos armados al margen de la ley, las bellas artesanías que produce con la madera del árbol choibá se convierten en un símbolo de paz y en un ejemplo de vida para la comunidad y las nuevas generaciones. 

José y el Taller Choibá Chocó hacen parte de los protagonistas de la cuarta edición del Mercado Artesanal del Claustro, en Bogotá. Así que la invitación final es a recorrer el mercado y conocer la riqueza de las piezas elaboradas en el Pacífico colombiano. ¡Que vivan las artesanías!

En las orillas del río Condoto, José Félix Murillo aprendió a extraer oro y platino cuando era niño. Siguiendo el ejemplo de su padre, se aventuraba entre caños y quebradas tras los minerales preciosos. Se agachaba en el agua e introducía la batea que luego limpiaba y filtraba en busca del oro de los cauces de los ríos de la provincia de San Juan, en Chocó. 
Pero con el incremento de la minería ilegal, los metales escasearon y la extracción aluvial dejó de ser rentable. Murillo optó por otra de las tradiciones familiares: las artesanías en madera. A los 21 años, aprendió a hacer canoas, bateas y cucharas. Su padre le enseñó que antes de preocuparse por conseguir la madera o saber cómo tratarla, debía prestar atención a la luna. 
La madera no debe cortarse en luna nueva porque atrae a las polillas y favorece las carcomas. Debe cortarse en luna menguante para que de ella surjan objetos resistentes y hermosos. La experiencia y las ganas de afianzar el oficio llevaron a José Félix a fundar el taller Choibá Chocó, en Quibdó, donde a los 61 años continúa descubriendo las diferentes formas que surgen de un trozo de madera. 
Para extraer la madera del árbol choibá, José Félix Murillo toma su lancha y se interna por alguno de los brazos del río Atrato. Remonta alguno de los caños hasta llegar a su cabecera y, jungla adentro, encuentra los árboles. Murillo va en busca de aquellos que se han caído de viejos o los que han sido tumbados por vendavales. Una vez tiene la madera, la corta según la pieza que vaya a fabricar. Después la lija con esmero para lograr la suavidad requerida. Luego le aplica cera de abejas para que la pieza brille y se destaque con un fulgor particular. 
Las ideas de los diseños las recibe a través de sueños. Antes de dormir, le pide a Dios inspiración. En medio de la noche, mientras las estrellas resplandecen y Murillo sueña, ve las distintas piezas que elabora contenidas en la madera del choibá. Al levantarse ejecuta con sus virtuosas manos las visiones oníricas en el cuerpo de la madera: un molinillo, una ensaladera, un plato o una batea.
José Félix Murillo es considerado uno de los mejores artesanos del Chocó. Con la madera que se usa tradicionalmente entre comunidades afrodescendientes para la construcción de casas, canoas o cucharones, quiere llevarle la corriente a la difícil situación social que lo rodea. Ante la proliferación de la minería ilegal y la reaparición fortalecida de grupos armados al margen de la ley, las bellas artesanías que produce con la madera del árbol choibá se convierten en un símbolo de paz y en un ejemplo de vida para la comunidad y las nuevas generaciones. 
José y el Taller Choibá Chocó hacen parte de los protagonistas de la cuarta edición del Mercado Artesanal del Claustro, en Bogotá. Así que la invitación final es a recorrer el mercado y conocer la riqueza de las piezas elaboradas en el Pacífico colombiano. ¡Que vivan las artesanías!

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