Palma cuya fibra es utilizada por algunas comunidades de artesanos para tejer canastos. El trenzado constituye paredes tan sólidas que permiten hasta el transporte de agua.

En Colombia

Chocó:

En la selva lluviosa de la costa Pacífica colombiana, donde el delta del río San Juan se abre en numerosas bocas, viven y trabajan los indios wuananas, dedicados a la cacería, a la pesca y a la agricultura.

Las mujeres elaboran platos, cuencos, canastas y ollas, en una técnica de cestería por enrollamiento y costura con aguja, utilizando la fibra de los cogollos de la palma de wérregue. Es un oficio exclusivamente femenino, cuyo origen se pierde en el pasado de varias generaciones.

La fibra blanca original del wérregue se combina con la que se pinta con tinturas vegetales, como la semilla del achiote de colores rojizos y el zumo de la fruta de la jagua, que proporciona el negro.

La habilidad manual de la mujer artesana va dando forma al recipiente en la espiral cerrada que la puntada fija; la decoración de figuras geométricas, de esquemáticas representaciones de hombres y animales, de estilizaciones de hojas y semillas, va brotando de la mente de la artesana y se plasma en conjuntos vistosos, equilibrados y simétricos, que expresan en sí mismos la apreciación del universo que tienen las indígenas.

La artesanía del wérregue, única en América y Colombia, con su posible procedencia africana, es notable en su técnica que implica exactitud, coordinación y ritmo para lograr las formas deseadas, y armonía en la elección de la combinación de los diseños. Las mujeres wuananas son detentoras de una exótica y depurada artesanía de la fibra.

También se tejen las fibras la planta de wérregue para formar jarrones tan sólidos que son utilizados para transportar agua. Toma de treinta a sesenta días tejer un solo jarrón; primero se tiñen naturalmente  las fibras blancas de la planta para producir el color requerido para cada jarrón y luego coserlas al tiempo.