Por Artesanías de Colombia viernes 10 de septiembre de 2021
Desde los cinco años, María Patrocinio Pimiento ha tenido la fibra del fique en sus manos. Hoy, con su taller AreAgua emplea a 22 mujeres artesanas. ¡Lea su historia!
A los cinco años, María Patrocinio Pimiento sintió por primera vez la textura del fique entre las manos. Sus padres se dedicaban a tejer costales y ella tenía que encargarse de hilvanar los hilos del fique. Así aprendió a distinguir la calidad y el grosor de la materia prima. Luego dio el paso al tejido y pronto adquirió el ritmo de su madre. En 20 minutos tenía listo un costal que luego vendía en Curití, Santander, a 150 pesos.
María Patrocinio estudió hasta primero de primaria y después se dedicó a tejer costales. Pero a mediados de los años 80 algo cambió. Una amiga le habló de una capacitación que Artesanías de Colombia y la Asociación Alemana iban a dictar en Aratoca, Santander. Junto con otras cinco mujeres del municipio viajó y se inscribió. Así aprendió a transformar el fique. Entendió que además de costales podía crear cortinas, bolsos, individuales y tapetes.
A los 66 años, tiene con su hermano, Hugo Pimiento, y sus cuatro sobrinos, el taller AreAgua, donde además les ha dado empleo a 22 madres cabeza de familia. Allí hace sus famosos tapetes de mota con el fique moreno –ese color natural que toma la fibra cuando madura en la mata–, bolsos, individuales, organizadores y cortinas. En 2015 ganó la Medalla a la Maestría Artesanal y, desde entonces, se ha convertido en un referente de la cestería en el país.
Maria Patrocinio Pimiento les compra el fique a cultivadores de Curití que se encargan de ensobar la fibra con cebo de res para que quede suave y pueda hilarse finamente. En su taller divide el fique. El que va a dejar en color natural lo hierve en agua durante 45 minutos y lo pone a secar. El que va a tinturar, lo lava con agua y jabón para luego cocinarlo con anilinas y secarlo al sol durante dos horas. Después, hila la fibra y comienza a tejer tapetes en dos agujas, y contenedores, bolsas ecológicas e individuales en croché. También hace sillas y mesas en las que mezcla la madera de cedro con el encanto del fique.
Actualmente, más de 300 artesanos y 14 talleres de Curití se dedican a trabajar el fique. Unos se encargan del cultivo, otros del desfibrado y peinado, y otros del lavado, teñido, secado e hilado. La industria del fique surgió en los años 20 debido a la cantidad de costales que se necesitaban para recolectar el café, pero con la llegada del plástico miles de artesanos perdieron el trabajo.
Fue hasta los años 80 y 90 que el oficio comenzó a tomar fuerza en el municipio cuando varios artesanos se unieron para diversificar el trabajo tejiendo con la fibra objetos funcionales que empezaron a comercializar en las diferentes ferias artesanales del país. Los productos de fique han tomado cada vez más relevancia y se han convertido en parte de la identidad de un pueblo que hoy es reconocido por la calidad de sus tejidos.
Si tiene interés en comprar artesanías elaboradas por Maria Patrocinio Pimiento, le invitamos a conocer su taller AreAgua nuestra tienda en línea.