Un padre con manos que cuidan y tallan

Nicolás Molano es el menor entre seis hijos, de una familia campesina nacida en Piedras en el departamento del Tolima. A los 13 años, él inició una etapa nueva de su vida, en la cual su padre ya no estaba y sus abuelos asumieron el rol de cuidadores y protectores, mientras su madre trabajaba.

El cambio de ciudad que enfrentaba en ese momento, en esa nueva etapa fue difícil, y la situación económica para él y su familia se convirtió en un reto diario que él y sus hermanos enfrentaron con determinación. Cuidar carros fue su primer trabajo y desde ahí, nunca ha parado de trabajar buscando brindar siempre bienestar a sus seres queridos.

En Cali, Nicolás también vendió chance, helados, recogió papel, llevó mercados y vendió escobas por toda la ciudad. Sin embargo desde niño, se dio cuenta que tenía un gusto especial por lo artístico, gracias a un barco que elaboró en otro de los trabajos que tuvo: ayudante de pintura.

A los 15 años, luego de un tiempo en Bogotá, la esposa de uno de sus tíos lo llevó a trabajar a un taller de madera, el cual le ayudó a iniciar el proceso de transformarse en todo un maestro artesano, y lo ha llevado a ser uno de los más reconocidos talladores de nuestro país.

Tallaba muebles junto a don Guillermo Peláez y su socio, sin embargo, al principio solo lo motivaba el café y el pan al que tenía derecho por llegar todos los días a trabajar en el taller, pero luego de un fuerte llamado de atención de don Guillermo, Nicolás entendió que la responsabilidad que pusiera en su trabajo, era fundamental para el camino que quería iniciar.

Es así como con el paso de los meses, Nicolás decidió ir abandonando las plantillas que se utilizaban para elaborar las tallas de los grandes muebles que se producían en el taller, y empezó a probar su destreza, tallando imágenes que solo estaban en su imaginación.

Allí empezó a tallar, y el oficio de la madera se convirtió en su sustento, pues su talento y su creatividad lo han llevado a crear piezas artesanales que no se comparan con otras y que lo hacen ser un artesano único y original.

Es un esposo, padre y abuelo dedicado, pues reparte su tiempo entre su taller y su familia, y su casa, la cuál ha construido poco a poco, es resultado del trabajo de sus manos, que por más de 30 años han tallado las mejores versiones de algunos personajes de las fábulas de Rafael Pombo, como el Gato con Botas y el Renacuajo Paseador, o de personajes inmortales como el Quijote de la Mancha.

Sus hijos que crecieron junto a un padre estricto por la situación que se pasaba en el país, aunque no se dedicaron al oficio que hace su padre, admiran profundamente su trabajo. Hoy sin duda, le agradecen todo el sacrificio que ha tenido que hacer para convertirlos no solo en profesionales, sino en hombres de bien, alejados de muchas de las cosas por las que él tuvo que pasar.

Nicolás es un hombre con un gran corazón y con un espíritu luchador, quien considera que en la vida hay que vencer los miedos y enfrentarse a los sueños. Es una persona que se convierte en un ejemplo no solo para sus hijos, sino para el sector y todo aquel que lo conoce y aprende de su historia.

Sus creaciones de madera, obras de la artesanía que llevan un alma adentro, no solo demuestran su talento como tallador y su dedicación al trabajo, también se convierten en nuevos hijos que sacan a flote su parte sentimental, y que como todo padre, forma y deja libre para que siga su camino. 

Feliz día a todos padres artesanos de Colombia, que se dedican día a día a transformar ideas en piezas llenas de tradición. 

Fotos: Eric Bauer