Sabiduría siapidara

A los 52 años, Gabriela Pertiaga asegura que nació para ser artesana. Su padre fue agricultor y falleció cuando ella tenía 10 años, y su mamá se dedicó a la cestería con la paja tetera. Gabriela creció en la comunidad Eperara Siapidara de Timbiquí, Cauca, donde aprendió a tejer observando a su madre. 

A los seis años sintió la textura de la paja tetera por primera vez entre sus manos y comenzó a crear canastos de diferentes tamaños que utilizaban para recoger la pesca y los alimentos. En 2001, se unió a un proyecto de la Comunidad Económica Europea que apoyaba el trabajo de 25 artesanas de la etnia. 

Gabriela comenzó a asistir a ferias artesanales en Cali y Bogotá, y se dio cuenta de la importancia de comercializar sus productos. Pero en 2011, la violencia y las continuas amenazas de los grupos armados hicieron que ella y varios miembros de la etnia se vieran forzados a desplazarse a Popayán, donde hoy vive con sus seis hijos. 

Sin embargo, Gabriela no se dio por vencida. Ingresó a un programa de emprendimiento del Sena y, junto con otras 12 artesanas, fundó el taller Atane Tejidos Ancestrales, donde se dedican a honrar la sabiduría de los Eperara Siapidara a través del tejido de diversos objetos.

Gabriela Pertiaga espera todos los meses a que los manojos de paja tetera, una planta que crece a orillas de los ríos, lleguen hasta su casa en Popayán. Desde Timbiquí, donde cultivan la paja, envían la materia prima procesada. Allá se encargan de raspar la paja hasta obtener las delgadas tiras de la fibra de color beige.

Sobre una batea de madera soban la materia prima y con la uña rajan y extraen la fibra. Finalmente, atan la paja y la envían al taller de Gabriela para que ella se encargue de tinturar la fibra y comenzar a tejer a mano canastos, fruteros, paneras, toalleras y pañaleras.

Para los Eperara Siapidara, la cestería hace parte de su cultura y es una forma de comunicarse con la naturaleza. El conocimiento del tejido se ha transmitido ancestralmente entre las mujeres de la etnia, quienes son las encargadas de realizar los canastos con fibras como las del bejuco yaré o la paja tetera. 

Los tejidos se inician por el centro y, a partir de ahí, configuran un cuadrado que simboliza los cuatro puntos cardinales y determina el uso y el tamaño del canasto, así como la forma que se le quiera dar: cilíndrica, rectangular, cónica o tubular. De esa manera, van plasmando figuras que encuentran en la naturaleza, como las del mono, el pescado, la boa o el camarón. Con la destreza de las manos se conectan con la fuerza espiritual de los ancestros. 

Si tiene interés en comprar artesanías elaboradas por Gabriela Pertiaga, le invitamos a conocer su taller Atane Tejidos Ancestrales en nuestra tienda en línea. 

Regale una artesanía y celebre las manos creadoras del país. ¡Que vivan las artesanías!