Por Artesanías de Colombia sábado 25 de junio de 2022
Para Gilberto Granja “ser padre, es una labor muy respetuosa. Se debe asumir con humildad y respeto. Lea su historia y ¡Celebremos a los padres artesanos!
Gilberto Granja estudió hasta tercero de primaria. A su padre nunca lo conoció y para ayudar a su madre, trabajó desde muy joven pintando casas y haciendo ladrillos. A los 19 años, luego de prestar el servicio militar, empezó a buscar trabajo en el barrio obrero, donde había varios talleres dedicados a realizar artesanías con la tradicional técnica del barniz de Pasto.
En 1964 ingresó al taller de la maestra Rosa Mejía de Torres, donde descubrió la pasión por el oficio, y en 1967 fundó su propio taller: Granja Barniz de Pasto. En 2009, recibió la Medalla a la Maestría Artesanal y en 2016, uno de sus bargueños ingresó a la colección del Museo de Arte Colonial de Bogotá. A los 76 años, el maestro Granja trabaja todos los días con la ayuda de su hijo Óscar, para seguir transmitiendo el saber ancestral de un oficio que ha marcado su vida.
El proceso del barniz de Pasto es complejo y delicado. La materia prima la consiguen recolectores del Putumayo de las hojas del árbol silvestre del mopa-mopa durante abril y noviembre. El maestro Granja le quita las impurezas a la materia prima y la sumerge en agua caliente para que la resina de las hojas se vuelva elástica y se pueda trabajar con facilidad.
Después, agrega los tintes y finalmente saca la resina, la estira y va formando delgadas láminas que se ponen sobre el objeto de madera para empezar el proceso decorativo con la ayuda de un bisturí. Las piezas de madera las reciben de tres talleres diferentes: uno dedicado el torno, otro a la ebanistería y otro a la talla. Durante 53 años de labor artesanal, el maestro Granja ha desarrollado un estilo propio. Sus bargueños, cofres, platos, jarrones, joyeros y centros de mesa son famosos por los diseños tradicionales de flores, los paisajes en perspectiva y su particular manera de combinar los colores.
La técnica del barniz de Pasto tiene orígenes prehispánicos. Una teoría sostiene que cuando los españoles llegaron a las zonas que hoy se conocen como Timaná, Huila, y Mocoa, Putumayo, ya se dominaba la técnica, pues los indígenas usaban la resina del mopa-mopa para embetunar los objetos de madera.
Otra hipótesis asegura que, al ser Pasto un paso obligado entre Popayán y Quito, los españoles decidieron asentar el oficio en la ciudad en la época de la colonia, cuando se comenzó a decorar diferentes objetos de madera con la resina del mopa-mopa.
Hoy, 35 artesanos siguen desarrollando este oficio tradicional en Pasto, el cual se ha convertido en parte de la identidad cultural de Nariño. Además, en 2019 la técnica fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural e Inmaterial de Colombia. Un tesoro artesanal que ha trascendido el tiempo.
«Bueno, es todo. Cuando uno está joven no piensa en eso, pero ser padre, es una labor muy respetuosa. Se debe asumir con humildad y respeto la crianza y la transmisión del oficio artesanal.
Con trabajo y esfuerzo logré el objetivo de enseñarles el oficio a los dos varones, porque tengo cuatro hijos (dos mujeres y dos hombres). Quería que aprendieran el oficio y aunque mi esposa quería que ellos tomaran rumbos diferentes, nos pusimos de acuerdo y ellos siguieron con esta tradición. Óscar es quien más se ha dedicado a la artesanía». Maestro Gilberto Granja.
Si tiene interés en comprar las artesanías elaboradas por estas manos artesanas, le invitamos a conocer el Taller Granja y además, a encontrar su historia en nuestra tienda en línea.
Gilberto Granja estudió hasta tercero de primaria. A su padre nunca lo conoció y para ayudar a su madre, trabajó desde muy joven pintando casas y haciendo ladrillos. A los 19 años, luego de prestar el servicio militar, empezó a buscar trabajo en el barrio obrero, donde había varios talleres dedicados a realizar artesanías con la tradicional técnica del barniz de Pasto.