El cacho proviene de la cabeza del ganado. Se extrae por medio de un corte que saca su pulpa, compuesta por un tejido cartilaginoso; luego se seca con cal durante un tiempo considerable y en un lugar libre de humedad. Es frecuente que se desprendan el cuerno y su matriz, como consecuencia de caídas, golpes, enganches en pasadores, entre otros; durante el transporte de los animales mantenidos en praderas.
Para el corte se recomienda anestesiar el nervio cornual, luego debe limpiarse de todas las suciedades y costras con una solución tibia de un antiséptico suave que las ablanda y permite sacarlas. Para evitar herir la matriz o el cuerno óseo, que tienen una gran tendencia a infectarse, se palpa con la yema de los dedos hasta que se extiende el calor natural del cuerpo, por medio de un proceso llamado cornual. Luego se corta unos centímetros con un instrumento adecuado, como la sierra de alambre de liess, la sierra de mano, la tenaza descornadora, y el hauptner o keystone.
La utilización de los componentes queratinosos de los cuernos de los animales, para la fabricación de diferentes artefactos, es bastante antigua en Colombia. El procedimiento para su utilización consiste en, primero, ablandar el material para desprender la parte ósea interior, sumergiendo la pieza en agua durante algún tiempo. Luego, para lograr una mayor plasticidad del cuerno vacío, se cocina en agua o en aceite industrial, hasta que se pueda manipular, seccionar, prensar o cortar. El acabado y brillo característico de las piezas se da por medio de la lija, esmeril o pulidora.
La producción colombiana tradicional está compuesta por peines, peinillas, jaboneras, cucharones, tazas, cubiertos, collares, piezas para joyería, bisutería y accesorios, y botones; se utiliza en placas planas para cubrir mesas y biombos, así como en bastones, superficies de muebles, cofres, anillos, aretes, bolsos, cinturones y pulseras, entre otros.
Este oficio se desarrolla en Colombia principalmente en los departamentos de la región Orinoquía, en Cundinamarca y Tolima bajo las técnicas del embutido y el enchape, con las características morfológicas y generales ya mencionadas.
Resistencia al calor: para trabajarlo debe ponerse en aceite industrial caliente, con el fin de ablandar el material para que pueda ser prensado.
Resistencia a la humedad: mientras el nervio haya sido sacado, el cacho puede permanecer expuesto a la humedad; si permanece dentro y se expone a un ambiente húmedo, se empieza a descomponer dando origen a larvas.
Permite usar procesos de transformación: para crear las piezas en cacho se pueden usar láminas y transformarlas por medio de moldes. La obtención de estas láminas se realiza por medio de un corte en la punta de la fibra, el cual se hace con una segueta y luego se parte por la mitad con una sierra eléctrica; una vez obtenidas las laminas, se pasan a los moldes para continuar el proceso.
Puede ser tinturado: la pieza en cacho puede recibir cierto tratamiento de pinturas, aunque lo ideal es darle brillo con una estopa o trapo, lo que es totalmente natural; este brillo pude obtenerse con cera en crema dando un color rojizo a la fibra.
Moldeabilidad: así como el cacho se trabaja por termoformado, también se puede manipular manualmente, obteniendo objetos de gran utilidad como calzadores, chapas, piezas para joyería y bisutería, piezas para accesorios, hebillas, cortapapeles y figuras de ajedrez, entre otras.
Fuente: Artesanías de Colombia S.A. - CENDAR
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