El chocolatilo de diez hojas en adelante es apropiado para tejer las petacas, fajitas, abanicos, mediapetacas, papeleras, sombreros de jicra y canastos.
Las tintas naturales se sacan de una planta llamada el mapuchi, en idioma aborigen, y en español tiza; luego de retirada la planta se amasa y se cocina, pasando de su color original, el blanco, a rojo. Si se mezcla otro tono, sale un anaranjado y la tinta negra se logra con un teñido en barro.
La cestería elaborada con fibra del chocolatillo está teñida, por lo general, en varios colores. El amarillo se consigue al hervir la fibra ya procesada durante varias horas, revuelta con hojas de puschama y achiote; el negro, resulta de cocinar la fibra con hojas de embisca, para luego enterrarla en un lodazal durante varios días con el fin de que el color quede más firme.
La ingeniosa combinación de fibras de dos o tres colores permite una gran variedad de diseños en los productos. Las mujeres logran dar brillo a la fibra mediante un laborioso proceso de raspado que efectúan con un cuchillo o machete.
Las formas y usos de los canastos están estrechamente relacionados, no solamente entre los indígenas sino también por parte de los consumidores externos de los mismos.
Entre las principales variedades se encuentran las petacas con o sin tapa, el canasto kundú o terlenka (como ellos lo denominan dada la elasticidad del tejido, que permite darle a un mismo cesto una amplia variedad de formas sin que se quiebre o deforme permanentemente), los bolsos con tapa y las canastas mercaderas, etc.
Los tejidos más utilizados en la fabricación de este tipo de cestería son asargado, childé y hexagonal.
Fuente: Artesanías de Colombia S.A. - CENDAR
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