Rindiendo homenaje a nuestros Maestros Artesanos
Por Sistema de Información para la Artesanía - Siart.
Expoartesanías es el espacio perfecto para rendir homenaje al trabajo de los artesanos colombianos, y por eso, en el marco feria se realizó la ceremonia de premiación de la Medalla a la Maestría Artesanal 2018.
Este reconocimiento, que es entregado en seis categorías y exalta la importante labor de artesanos, entidades locales, regionales o nacionales en pro del fortalecimiento del sector artesanal colombiano, celebra su edición número 40 en 2018.
Este año, la Medalla recibió 265 postulaciones de 30 departamentos del país y luego de la reunión del consejo de la Medalla a la Maestría Artesanal, en la cual se realizó el proceso de selección y evaluación, se da a conocer a los ganadores en cada una de las categorías:
Medalla a la Maestría Artesanal Tradicional:
Juana Castillo Cajigas del departamento de Sandoná en Nariño, dedicada al oficio de la tejeduría en palma de iraca.
Medalla a la Maestría Artesanal Contemporánea:
Yerson David López de la ciudad de Bogotá, dedicado al oficio de la platería.
Medalla a la Maestría Artesanal de Comunidad:
Cooperativa Femenina Artesanal Sandoná (COOFA), que agrupa a 56 mujeres de este municipio nariñense, dedicadas al oficio de la tejeduría en iraca o paja toquilla.
Medalla a la Maestría Artesanal de Fomento:
Fundación Cerrejón para el Progreso de la Guajira (FCPG), que trabaja conjuntamente con diferentes grupos artesanales del departamento, dedicados a oficios como la tejeduría, la cestería y la alfarería del departamento.
Medalla a la Maestría Artesanal Maestra de Maestras:
Pastora Juajibioy de Tamabioy proveniente de Sibundoy, Alto Putumayo, dedicada a la tejeduría en lana y chaquira.
Medalla a la Maestría Artesanal del Legado:
María Nury Figueroa de Santa Fe de Antioquia, dedicada al oficio de la joyería.
Le invitamos a leer la historia de la maestra “mamá Pastora”, llamada “El secreto del chumbe” y publicada en la sexta edición de nuestra Revista Artífices.
“El secreto del Chumbe
Para aprender a tejer Pastora Juanjibioy tuvo que esconderse. A los cinco años aprendió a unir las hebras observando las manos de su madre, pero el fuerte temperamento de ella la alejó del tejido. Temía que la inexperiencia de su hija dañara las cobijas, chumbes y ruanas que con tanta dedicación hacía. La sentenció a mirar y le prohibió tocar. Pero Pastora se las ingenió para continuar explorando la lana.
En el día observaba los diseños que su madre tejía. En la tarde, con el pretexto de cuidar los cultivos de choclo, se escapaba con agujas y madejas y practicaba durante horas. Memorizando los dibujos y la manera de pasar las hebras, aprendió a tejer.
Y desde entonces no ha parado. A los 80 años mantiene una estricta rutina que empieza a las siete de la mañana y termina a las seis de la tarde. Hace ruanas, cobijas, chalecos, bufandas, individuales, manillas, aretes, anillos y los tradicionales chumbes, una especie de faja cargada de historias y pensamientos que usan las mujeres de la etnia Kamentsá.
Los chumbes grandes miden cuatro metros de ancho, se tejen en tres o cuatro días, y sirven para fajarse y sostener el anácus o falda tradicional. Para Pastora los chumbes también actúan como una medicina. Según cuenta, disminuyen el sangrado y el dolor menstrual, abrigan el vientre de las embarazadas y ayudan a que los niños nazcan sanos. Además, se utilizan para enrollar a los recién nacidos a la espalda de la madre y fortalecer el vínculo materno. Los chumbes pequeños, que miden un metro con 45 centímetros, los utilizan para adornar la cabeza.
Los chumbes tienen fondo blanco, que simboliza la paz de Dios, y dibujos tejidos con hebras rojas, emblema de la sangre de Cristo. A algunos les ponen un camino verde en el marco que representa los cultivos tradicionales de los Kamentsá. Otros diseños simbolizan el sol, la luna y las estrellas, las costillas del hombre, la barriga llena, los árboles, las cordilleras, la palma y el maíz. También hay diseños litúrgicos de crucifijos, cáliz y estolas.
Pastora, además de ser artesana, es una reconocida partera. Vive en Sibundoy, Alto Putumayo, donde ha capacitado a más de 500 mujeres en el arte del tejido con lana e hilo de algodón. Tuvo doce hijos, pero le quedan vivos cinco que también son artesanos. Tiene 17 nietos y tres bisnietos que pronto aprenderán el oficio. Está convencida de que enseñar los secretos del tejido kamentsa es parte de la misión que escogió en esta vida.”
Mayores informes:
Ricardo Durán
Artesanías de Colombia S.A.
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