Mujeres que transforman sus comunidades con herramientas digitales
Por Sistema de Información para la Artesanía, Siart.
Esta es la historia del taller Okama Embera, ganador de los Premios #ArtesanoDigital 2021 en la categoría +Visual y de su líder, Luisa David. Es una historia de trabajo colaborativo, de solidaridad femenina, de capacidad de transformación y de deseo imparable por impulsar su actividad artesanal a través de las herramientas digitales. Por ello, no hay mejor manera de contar esta historia, que en la voz de su protagonista.
Quién es Luisa Fernanda David
«Soy una mujer indígena de 31 años, pertenezco al pueblo Embera Eyabida del municipio de Tarazá en Antioquia. Hoy vivo en Medellín y soy artesana más o menos desde los siete (7) años de edad.
Aprendí el oficio del tejido en chaquiras gracias a mi papá y a mis tías. Cuando mi familia vio que ya tenía la capacidad de tejer, todos fueron muy lindos, de hecho, mi mamá que no es indígena, es la más aficionada al tejido, su apoyo fue fundamental porque me compraba el material para elaborar mis primeros tejidos. Tras lograr mi independencia como adulta empecé a hacerme una pregunta tan trascendental como: ¿y yo qué voy a hacer de mi vida?
En ese momento, estaba estudiando mi carrera profesional de ingeniería ambiental, pero siempre tuve en la mente ser artesana o tener mi propio taller. Era un sueño tener mi tienda, mi taller, mis creaciones exhibidas y que todo el mundo las pudiera ver».
Un taller que empezó en la universidad
«La vida es muy curiosa. Recuerdo que en 2012 cuando estaba en la universidad, tenía una clase de emprendimiento en la que nos tocaba crear una empresa y teníamos que hacer catálogos, tarjetas de presentación y todo lo que conlleva a crear una empresa y yo con la certeza de que íbamos a lograrlo en la vida real, decidí crear la marca.
El taller dio sus primeros pasos así, pero al poco tiempo, se me unió una amiga, porque el tejido no es algo que uno pueda sacar adelante solo. Este oficio requiere de mucho tiempo de elaboración y uno siempre necesita un equipo, un grupo o al menos un compañero para que se mantenga.
Al poco tiempo mi amiga se fue, pero vino otra y así ha funcionado desde entonces. Siempre ha existido alguien entre amigas o tías. Por ejemplo, cuando iba a las comunidades indígenas de mis amigas, conocía a otras artesanas y así creamos una red colaborativa en la que unas hacían collares, otras manillas, otras aretes, etc. Así trabajamos hasta antes de la pandemia».
Qué es Okama Embera
«Okama significa collar y Embera, es el nombre de la comunidad indígena a la que pertenezco. Soy amante de los collares y cuando empecé ese era mi producto estrella.
Hacía collares porque cuando llegué a Medellín, vi que la gente utilizaba poco este tipo de accesorios. De hecho, usaban aretes y manillas muy pequeñas, entonces, los collares fueron mi principal estrategia de venta. Hoy, tejemos más productos como manillas y aretes, pero en esencia esa es la razón de nuestro nombre».
Distintos pueblos, un solo propósito
«Medellín es la ciudad que nos recibió a todas como una casualidad, cosas del destino. Yo soy de Tarazá y mis compañeras que también son Emberá, vienen de Chocó y de Caldas. Vine a estudiar y aquí me quedé para trabajar, unas más llegaron por desplazamiento, otras, buscando trabajo y oportunidades académicas y terminaron estableciendo su vida aquí.
A veces nos reuníamos en un parque o en un centro comercial a tejer y después, cada quien tejía en su casa. Éramos muchas mujeres, pero con la llegada de la pandemia en 2020, varias volvieron a sus comunidades y quedamos las seis nuevamente en Medellín: Martha, Maryluz, Yeseida, Lizy, Jaemy y Luisa. Hoy también nos acompaña Juan Pablo Mojomboyb, él es de la comunidad Inga; pero cuando tenemos pedidos muy grandes, acudimos cada quien a su propia red de apoyo».
Instagram y los retos
«Recuerdo que un cliente nos contactó y nos dijo que quería comprar en cantidad, pero como no estaba en capacidad de producir sola, se reactivó la red de colaboración entre artesanas Embera Chami, Eyabida y Dóbida y ante la acogida de nuestros clientes, nos dimos a la tarea de tomar fotos de nuestros productos y de nuestro trabajo.
Creamos nuestra cuenta en Instagram: @okama_embera. Fue lo máximo porque en el primer año, logramos alrededor de mil seguidores. Así empezamos también a recibir pedidos de personas que no conocíamos. Una tienda de productos para matrimonios nos pidió algunos accesorios tejidos que fueron muy bien pagados. ¡No nos había pasado esto antes! Entonces, uno de los retos es saber tomar fotos. Aunque yo tenía amigos dispuestos a colaborar, nosotras debíamos aprender a hacerlo, así que todas hemos avanzado mucho en la toma de fotografías.
Hace un tiempo pudimos comprar una cámara más profesional y con ella, hemos logrado tomar no sólo fotos bonitas para Okama, sino también para otras compañeras que necesitan también las fotos de sus productos».
Premios #ArtesanoDigital y su tienda en línea
«Para nosotras, tener la tienda en línea era como un sueño. Incluso, pensábamos que era tenerla y listo, sentarse a esperar a que se vendiera, pero no es así. Se debe aprender cómo configurarla, a tomar fotos a las artesanías, a escribir una descripción para que sean atractivas.
Nuestros clientes nos sugerían crear un sitio web, así que esa se convirtió en nuestra meta porque era la oportunidad de mostrar los productos y vender de forma más directa, incluso, con distintos métodos de pago, que ahora son tan importantes. Entonces el reconocimiento de #ArtesanoDigital fue muy importante, debimos organizarnos muy bien para participar en los webinar y realizar las actividades.
Cuando nos dimos cuenta que el premio era la tienda en línea, nos emocionamos porque ese era nuestro sueño y por eso nos pusimos las pilas. Seguimos aprendiendo, hoy luego de recibir la venta, debemos conocer cómo enviamos los productos, cómo recibimos el pago, en fin, temas que nos hacen evolucionar y adaptarnos al mercado actual».
Creaciones Emberá
«Hace poco quisimos retratar flores en los aretes. Yo fui la que más quiso tejer flores porque en mi comunidad no se suelen hacer, pero empezamos a crearlas, desde la más chiquitita hasta la más grande y así hemos venido trabajando ya más de un año.
Le tomamos foto a una flor real o buscamos una inspiración, vemos sus colores y luego empezamos a crearla; la dibujamos, nos reunimos y desde la experiencia de cada una, decidimos cómo queremos que quede y comenzamos a tejer.
Tratamos de crear cosas nuevas porque, a raíz de que tanta gente ya conoce el tejido en chaquira y tantas personas lo comercializan, ahora cualquier persona puede hacer este tipo de productos. De hecho, existen muchos cursos y tutoriales al respecto. Entonces esto nos ha empujado a tejer accesorios tradicionales, pero que no se hayan visto tanto o que sean directamente creación de nosotras».
Un consejo final
«Creo que nuestros clientes están principalmente en Instagram. Hace poco alguien nos dijo que nosotros imponemos una tendencia con nuestros accesorios. Entonces claro, uno empieza a ponerse su collar grande, sus aretes grandes y se publica una foto en Instagram y muchas personas nos escriben que cómo los pueden conseguir. Esa red es como nuestra ventana al mundo, así que es muy recomendable.
Pero, además creo firmemente en que uno no crece solito. Es importante tener un círculo, un grupo, una red de apoyo para crecer en conjunto con nuestras comunidades. Ese es mi consejo, creer en el trabajo grupal».
Especial realizado por el Sistema de Información para la Artesanía, Siart, de Artesanías de Colombia.