Un oficio de privilegio para las mujeres Wounaan

Por Expoartesano 2017

Comunidad Wounaan en Expoartesano 2017
Comunidad Wounaan en Expoartesano 2017 - Imagen: Artesanías de Colombia

La palma de wérregue es una fibra utilizada por algunas comunidades de artesanos como la Wounaan, para tejer diferentes productos de cestería. El trenzado creado con esta materia prima se convierte en una habilidad para muchos de ellos y un desafío para otros tantos, pues sus paredes son tan sólidas que permiten hasta el transporte de agua.
 
Este año, en Expoartesano usted podrá encontrar diversos accesorios elaborados a base de esta fibra vegetal. Por eso, además de adquirir estos representativos accesorios, lo invitamos a conocer la historia que se esconde detrás de este tradicional producto artesanal..

El desafío del wérregue

En el bello litoral de San Juan, en el Chocó, la mayoría de los niños se acercan al tejido gracias a la palma del chocolatillo, y aprenden observando a sus mayores; muy pronto algunos empiezan a elaborar objetos decorativos como maceteros, revisteros, cántaros, petacas y canastos. Poco a poco terminan por dominar la fibra flexible del chocolatillo, y sus manos adquieren agilidad, es entonces cuando podrán enfrentarse al desafío que representa la palma de wérregue para las artesanas de la comunidad indígena wounaan, pues con los años el trabajo se divide, ellos buscan la materia prima, ellas tejen.
 
La solidez de la fibra exige precisión y dominio en el manejo de la aguja, así como un profundo conocimiento de la tradición cultural. La observación es una práctica fundamental para las mujeres wounaan; para algunas constituye una especie de meditación aquello de mirar a sus mayores, que dominan el wérregue y plasman el pensamiento indígena en diferentes diseños geométricos que simbolizan su cosmovisión. También se representan figuras mitológicas como el Jaibaná, quien con sus dos cabezas constituye una autoridad mágica y religiosa que, a través de invocaciones, cantos y rezos, se comunica con los espíritus para ayudar a la gente a mejorar las cosechas.
 
Para las mujeres wounaan, plasmar la tradición de su pueblo en los jarrones y canastos de wérregue es una manera de compartir, con quienes compran sus artesanías, las creencias y las tradiciones de su etnia. Ensayando y equivocándose aprenden cómo dominar el material y a hacer diseños que evocan la vida en la selva y los animales del entorno.
 
Para que las mujeres puedan tejer las artesanías, los hombres se internan en la selva, ellos se encargan de sacar el cogollo de la palma de wérregue y se lo entregan a las mujeres, quienes se dedican a secar la fibra para luego separarla en tiras, que se tinturan con plantas naturales, cáscaras y frutas; cuando la fibra está seca y se ha convertido en un delgado hilo, comienzan a tejer.
 
En los jarrones pequeños se demoran una semana, y en los más grandes entre dos y cinco meses; pero es posible incluso hacer jarrones de un metro que tejen durante todo un año. También hacen cántaros, jarrones y platos de wérregue; así como aretes, pulseras, correas y collares en chaquiras de colores.
 
Su rutina comienza muy temprano con los deberes del hogar, luego se dedican al tejido por varias horas, para retomar nuevamente sus labores en casa. Son jornadas extensas, pero a las wounaan, las ganas de mantener viva la identidad cultural de su pueblo, les dan las fuerzas necesarias para continuar.

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